martes, 23 de marzo de 2010

escuela traductores toledo

Escuela de Traductores de Toledo
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda

Miniatura de «Las Siete Partidas» que muestra a Alfonso X el Sabio dictando.El nombre de «Escuela de traductores de Toledo» designa en la historiografía, desde el [[siglo XIII ]], a los distintos procesos de traducción e interpretación de textos clásicos greco-latinos alejandrinos, que habían sido vertidos del árabe o del hebreo a la lengua latina sirviéndose del romance castellano o español como lengua intermedia, o directamente a las emergentes «lenguas vulgares», principalmente al castellano. La conquista en 1085 de Toledo y la tolerancia que los reyes castellanos cristianos dictaron para con mahometanos y judíos facilitaron este comercio cultural que permitió el renacimiento filosófico, teológico y científico primero de España y luego de todo el occidente cristiano. Hoy, la prestigiosa y antigua Escuela de Traductores de Toledo es uno de los institutos culturales e investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha y tiene su sede en el antiguo Palacio del Rey Don Pedro en la toledana Plaza de Santa Isabel.

En el siglo XII la «Escuela de traductores de Toledo» vertió principalmente textos filosóficos y teológicos (Domingo Gundisalvo interpretaba y escribía en latín los comentarios de Aristóteles, escritos en árabe y que el judío converso Juan Hispano le traducía al castellano, idioma en el que se entendían). En la primera mitad del siglo XIII esta actividad se mantuvo. Por ejemplo, reinando Fernando III, rey de Castilla y de León, se compuso el «Libro de los Doce Sabios» (1237), resumen de sabiduría política y moral clásica pasada por manos «orientales». En la segunda mitad del siglo XIII el Sabio rey-emperador Alfonso X (rey de Castilla y de León, en cuya corte se compuso la primera «Crónica General de España») institucionalizó en cierta manera en Toledo esta «Escuela de traductores», centrada sobre todo en verter textos astronómicos y médicos.

Por eso es grave anacronismo atribuir sólo la «Escuela de traductores de Toledo» al periodo alfonsí: ¿Cómo se hubiera explicado la posibilidad de un Santo Tomás de Aquino sin la labor desplegada por los «traductores» españoles del siglo XII?

También se incurre en confusión al querer equiparar traducciones realizadas en otros lugares al núcleo vertebrador triunfante que representa Toledo. Sería ridículo suponer que toda la traslación del legado clásico alejandrino pasara por manos «toledanas», pues mecanismos similares se produjeron en otros sitios, pero anegar y disolver el significado y la importancia de la tarea realizada en Toledo sólo puede entenderse desde una voluntad anacrónica de exaltar ciertas independencias culturales de mucha menor influencia, y en todo caso incomparables al curso triunfante que se cuajó en Toledo, momento importante de la consolidación y expansión definitiva de la lengua española.

A partir de 1085, año en que Alfonso VI conquistó Toledo, la ciudad se constituyó en un importante centro de intercambio cultural. El arzobispo don Raimundo de Sauvetat quiso aprovechar la coyuntura que hacía convivir en armonía a cristianos, musulmanes y judíos auspiciando diferentes proyectos de traducción cultural demandados en realidad por todas las cortes de la Europa cristiana. Por otra parte, con la fundación de los studii de Palencia (1208) y de Salamanca (1218) por Alfonso VIII y Alfonso IX, respectivamente, se había propiciado ya una relativa autonomía de los maestros y escolares respecto a las scholae catedralicias y en consecuencia fue estableciéndose una mínima diferenciación profana de conocimientos de tipo preuniversitario, que ya en tiempo de Fernando III va acercándose a la Corte y no espera sino la protección y apoyo decidido de un monarca para consolidarse por entero. Alfonso X el Sabio alentó el centro traductor que existía en Toledo desde la época de Raimundo de Sauvetat que se había especializado en obras de astronomía y de leyes. Por otra parte, fundará en Sevilla unos Studii o Escuelas generales de latín y de arábigo que nacen ya con una vinculación claramente cortesana. Igualmente, fundará en 1269 la Escuela de Murcia, dirigida por el matemático Al-Ricotí. Es así, pues, que no cabe hablar de una Escuela de traductores propiamente dicha, y ni siquiera exclusivamente en Toledo, sino de varias y en distintos lugares. La tarea de todas estas escuelas fue continua y nutrida por los proyectos de iniciativa regia que las mantuvieron activas al menos entre 1250 y la muerte del monarca en 1284, aunque la actividad de traducción no se ciñera exclusivamente a ese paréntesis.

Conocemos algunos nombres de traductores: el segoviano Domingo Gundisalvo, que traducía al latín desde la versión en lengua vulgar del judío converso sevillano Juan Hispalense, por ejemplo. Gracias a sus traducciones de obras de astronomía y astrología y de otros opúsculos de Avicena, Algazel, Avicebrón y otros, llegaron a Toledo desde toda Europa sabios deseosos de aprender in situ de esos maravillosos libros árabes. Estos empleaban generalmente como intérprete a algún mozárabe o judío (como Yehuda ben Moshe) que vertía en lengua vulgar o en latín bajomedieval las obras de Avicena o Averroes. Entre los ingleses que estuvieron en Toledo se citan los nombres de Roberto de Retines, Adelardo de Bath, Alfredo y Daniel de Morlay y Miguel Scoto, a quienes sirvió de intérprete Andrés el judío; italiano fue Gerardo de Cremona, y alemanes Hermann el Dálmata y Herman el Alemán. Gracias a este grupo de autores los conocimientos árabes y algo de la sabiduría griega a través de estos penetró en el corazón de las universidades extranjeras de Europa. Como fruto secundario de esa tarea, la lengua castellana incorporó un nutrido léxico científico y técnico, frecuentemente acuñado como arabismos, se civilizó, agilizó su sintaxis y se hizo apto para la expresión del pensamiento, alcanzándose la norma del castellano derecho alfonsí.

Bibliografía [editar]Fernando Gómez Redondo, Historia de la prosa medieval castellana. Madrid, Cátedra, 1998, 2 vols.
Ángel González Palencia, Don Raimundo y los traductores de Toledo, Madrid, 1942.

camino de santiago







viernes, 12 de marzo de 2010

imágenes arte gótico







Arte gótico
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda
Para otros usos de este término, véase Gótico.

Bóveda gótica. San Juan (Świętej Janów), Toruń.

Representación gótica de la Adoración de los Magos en la Catedral de Estrasburgo.
El arte gótico es un estilo que se desarrolló en Europa occidental durante los últimos siglos de la Edad Media, desde mediados del siglo XII hasta la implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia, y bien entrado el siglo XVI en los lugares donde el gótico pervivió más tiempo). Se trata de un amplio período artístico, que surge en el norte de Francia y se expanccidente. Según los países y las regiones se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra, Castilla y Aragón.
Contenido[ocultar]
1 El neogótico
2 Contexto histórico
3 Caracterización
3.1 Arquitectura
3.2 La luz
4 Escultura gótica
5 Pintura gótica
6 La consideración social del arte y el artista
7 Véase también
8 Notas
9 Enlaces externos
//
El neogótico [editar]
En el siglo XIX, el entusiasmo romántico por lo medieval (como reacción frente al neoclasicismo academicista) y el historicismo, lleva a cabo amplias restauraciones de edificios medievales, llegándose a establecer el estilo neogótico, arquitectura realizada a imitación de la gótica medieval. Se sueña a partir de este momento con un renacimiento del arte medieval, llenándose de nuevo contenido al término "gótico" que empieza a distinguirse y separarse claramente del románico.
Fue destacada la intervención del arquitecto francés Eugène Viollet-le-Duc.

Flagelantes en un grabado del siglo XV. La religiosidad extremada fue una de las reacciones a la crisis demográfica bajomedieval. El grabado abrió nuevas posibilidades no sólo a la expresión artística, sino al desarrollo tecnológico, a la comunicación de las ideas y a la popularización de la cultura, que culminó con la imprenta.
Contexto histórico [editar]
El arte gótico propiamente dicho coincide en el tiempo con la plenitud y la crisis de la Edad Media. Se suele indicar que frente al arte románico (que refleja una sociedad ruralizada de guerreros y campesinos), el gótico coincide con el máximo desarrollo de la cultura urbana donde aparece la burguesía, las universidades y el florecimiento de las órdenes religiosas (monásticas como el Cister y mendicantes como franciscanos y dominicos), así como la acentuación de los conflictos y la disidencia (revueltas populares, herejías, desarrollo y crisis de la escolástica, Cisma de Occidente) y finalmente los pavorosos espectáculos de la Peste Negra y la Guerra de los Cien Años en un mundo tan cambiante que sólo puede entenderse en términos de una mutación fundamental (para la historiografía materialista, la transición del feudalismo al capitalismo).
Caracterización [editar]
Frente a las pequeñas y oscuras iglesias rurales del románico, el gótico eleva prodigiosas catedrales llenas de luz, desarrolla una importante arquitectura civil e independiza a las otras artes plásticas (pintura y escultura) de su subordinación al soporte arquitectónico.
No obstante, hay también muchos elementos de continuidad: el predominio de la inspiración religiosa en el arte sigue siendo indiscutido, el monasterio como institución apenas varía excepto en detalles formales y de adaptación a nuevos requerimientos, la misma planta de las iglesias sigue siendo predominantemente la cruz latina con cabecera en ábside orientada al este, aunque se complique o varíe (plantas basilicales, colocación del transepto en el centro, complicación de naves, capillas y girolas). Sin duda el principal elemento de continuidad es la concepción intemporal de la obra: en la mayor parte de las construcciones los estilos se suceden y funden al ritmo de los siglos, sabiendo los contemporáneos que hacen una obra que ellos no verán terminada, ni quizá sus hijos o nietos. En muchas de ellas, incluso se pone en valor el atrevimiento por comenzar un desafío técnico o económico (a veces por rivalidad política) que cuando se inicia no se ha planificado cómo terminar, como es el caso de las catedrales de Siena y de Florencia.

Planta de la catedral de Chartres.
Arquitectura [editar]
Artículo principal: Arquitectura gótica
A nivel arquitectónico, el estilo gótico nació en torno a 1140 en Francia, siendo considerada como el primer monumento de este movimiento la basílica de la abadía real de Saint-Denis o San Dionisio (edificada por el abad Suger, consejero de Luis VII de Francia).
También desde finales del siglo XII y comienzos del XIII se divulga por los monasterios de la orden del Císter un estilo despojado de ornamentación y reducido a la pureza de los elementos estructurales, expresión de las concepciones estéticas y espirituales de Bernardo de Claraval, que se suele denominar arte cisterciense.
Este arte se ha durante mucho tiempo de manera bastante superficial, exclusivamente por la utilización de uno de sus elementos, el arco apuntado, al que suele llamarse ojival, del que se deriva la bóveda de crucería que permite desplazar los empujes a contrafuertes externos, que se alejan aún más de los muros mediante el uso de arbotantes. Eso permitió la construcción de edificios mucho más amplios y elevados, y el predominio de los vanos sobre los muros. Los elementos sustentantes (pilares de complicado diseño) quedan mucho más estilizados. Pero la utilización de un elemento no puede definir un estilo de forma global, se trata de un problema más amplio, de una nueva etapa histórica, una nueva concepción del arte y con el del mundo. Un elemento estructural, por importante que sea, no puede resumir un concepto global sobre la vida.

Vitrales góticos, coro superior de la Basílica de Saint Denis.
La luz [editar]
Los nuevos edificios religiosos se caracterizan por la definición de un espacio que quiere acercar a los fieles, de una manera vivencial y casi palpable, los valores religiosos y simbólicos de la época. El humanismo incipiente liberaba al hombre de las oscuras tinieblas y le invitaba a la luz.Este hecho está relacionado con la divulgación de las corrientes filosóficas neoplatónicas, que establecen una vinculación entre el concepto de Dios y el ámbito de la luz. Como las nuevas técnicas constructivas hicieron virtualmente innecesarios los muros en beneficio de los vanos, el interior de las iglesias se llenó de luz, y la luz conformará el nuevo espacio gótico. Será una luz física, no figurada en pinturas y mosaicos; luz general y difusa, no concentrada en puntos y dirigida como si de focos se tratase; a la vez que es una luz transfigurada y coloreada mediante el juego de las vidrieras y los rosetones, que trasforma el espacio en irreal y simbólico. El color alcanzará una importancia crucial.
La luz está entendida como la sublimación de la divinidad. La simbología domina a los artistas de la época, la escuela de Chartres considera la luz el elemento más noble de los fenómenos naturales, el elemento menos material, la aproximación más cercana a la forma pura.
El arquitecto gótico organiza una estructura que le permite, mediante una sabia utilización de la técnica, emplear la luz, luz transfigurada, que desmaterializa los elementos del edificio, consiguiendo claras sensaciones de elevación e ingravidez.[1]
Escultura gótica [editar]
Artículo principal: Escultura gótica

Retablo, típica talla en madera del siglo XV, conservado en la Catedral de Amiens, Francia.

Virgen del Patrocinio Parroquia de Sant Miguel de Cardona, España.
En la escultura gótica las tallas en piedra continúan usándose para la decoración de la arquitectura, además de cumplir la función evangelizadora (el catecismo de los analfabetos, la inmensa mayoría de la población) pero cada vez se emancipa más (paso del relieve al bulto redondo). La escultura gótica evolucionó desde un estilo alargado y rígido, aún en parte románico, hacia un sentimiento espacial y naturalista a finales del siglo XII y principios del siglo XIII. La influencia de las esculturas griegas y romanas que aún se conservaban se incorporaron al tratamiento de las telas, las expresiones faciales y la pose.
Las esculturas góticas nacieron en los muros de las iglesias, a mediados del siglo XII en la Isla de Francia, cuando el abad Suger hizo construir la abadía de Saint-Denis (h. 1140), considerada el primer edificio gótico, y muy pronto le siguió la catedral de Chartres (h. 1145). Anteriormente, no había tradición escultórica en la Isla de Francia, así que los escultores se traían de Borgoña, quienes crearon las revolucionarias figuras que actuaban como columnas en el Pórtico Real de Chartres. Era un invento enteramente nuevo y proporcionaría el modelo para una generación de escultores.
Las ideas francesas se divulgaron. En España la penetración del gótico francés se hizo a través de maestros y obras que llegaron procedentes de este país, por ejemplo en Cataluña la influencia del taller de Rieux es bastante evidente en la virgen del Patrocinio de Cardona . En Alemania, desde 1225 en la catedral de Bamberg en adelante, el impacto se encuentra en todos los lugares. La catedral de Bamberg tiene el más amplio conjunto de escultura del siglo XIII, culminando en 1240 con el Caballero de Bamberg, la primera estatua ecuestre en el arte occidental desde el siglo VI, y que se cree que retrataba a Conrado II.
En Inglaterra la escultura estaba más limitada a monumentos funerarios y decoraciones no figurativas, en parte debido a la iconoclastia cisterciense. En Italia aún persistía la influencia clásica, destacando obras como el púlpito del baptisterio de Pisa (1269) y el de la catedral de Siena. Una obra maestra tardía de la escultura gótica italiana es la serie de tumbas de los Scaligeri en Verona.
Las técnicas de tallado de madera se hacen cada vez más sofisticadas, llegando a su máximo esplendor en la integración del color y el diseño arquitectónico de complejísimos retablos. La recuperación de la tradición clásica de la fundición del bronce deberá esperar al renacimiento italiano.
El escultor flamenco-borgoñón Claus Sluter y el gusto por el naturalismo marcó el comienzo del fin para la escultura gótica, evolucionando hacia el clasicista estilo renacentista a finales del siglo XV.

Simone Martini (1285–1344). Temas oscuros y una intensa emoción se vieron cada vez más acentuadas en el arte gótico tardío.
Pintura gótica [editar]
Artículo principal: Pintura gótica
Un estilo de pintura que pueda llamarse «gótico» no apareció hasta alrededor de 1200, o casi 50 años después del comienzo de la arquitectura y la escultura góticas. La transición del románico al gótico es muy imprecisa y no hay un claro corte, pero podemos ver los comienzos de un estilo que es más sombrío, oscuro y emotivo que en el periodo previo. Esta transición ocurre primero en Inglaterra y Francia alrededor de 1200, en Alemania en torno a 1220 e Italia alrededor de 1300.
Es usual indicar que, mientras en el románico las representaciones figurativas son simplificadas e idealizadas, en el gótico se tiende a aumentar el realismo y naturalismo, aproximándose a la imitación a la naturaleza que será el ideal del renacimiento, incluyendo la representación de paisajes, que, no obstante, sigue siendo poco usual.

Madonna con ángeles y San Francisco. Asís. Cimabue, hacia 1280
En el gótico, en correspondencia con las nuevas tendencias filosóficas y religiosas (recuperación de la filosofía de Aristóteles a través del averroísmo, humanismo de San Francisco de Asís) se tendió a aproximar la representación de los personajes religiosos (los santos, los ángeles, la Virgen María, Cristo) en un plano más humano que divino, dejándoles demostrar emociones (placer, dolor, ternura, enojo), rompiendo el hieratismo y formalismo románico.
También hay lentos avances en el uso de la perspectiva y de otras cuestiones técnicas en pintura en cuanto al tratamiento de los soportes (que permiten la mayor difusión de un arte mobiliar), los pigmentos y los aglutinantes.
La pintura, esto es, la representación de imágenes sobre una superficie, durante el periodo gótico, se practicaba en cuatro técnicas principales:
Frescos. La pintura mural o frescos siguieron usándose como el principal medio para la narración pictórica en las paredes de las iglesias en el Sur de Europa, como una continuación de las tradiciones cristiana y románica anteriores.
Vidrieras. En el norte de Europa, las vidrieras fueron el arte preferido hasta el siglo XV.
Pintura sobre tabla. Comenzaron en Italia en el siglo XIII y se extendieron por toda Europa, de manera que para el siglo XV se había convertido en la forma predominante, suplantando incluso a las vidrieras.
Miniaturas. Los manuscritos iluminados representaron la más completa documentación de la pintura gótica, documentando la existencia de una serie de estilos en lugares donde no han sobrevivido otras obras monumentales.
La pintura al óleo sobre lienzo no se hizo popular hasta los siglos XV y XVI y fue el punto de partida del arte renacentista.
La consideración social del arte y el artista [editar]
El florecimiento del negocio de la lana y los paños, vinculados a las ferias y rutas comerciales que recorren Europa de norte a Sur (de Florencia, Génova y Venecia a Champaña y Flandes, sin olvidar Medina del Campo), producen el nacimiento de un arte singular: el tejido de tapices, que tuvo un prestigio social importantísimo. No para sus autores, que nunca pasaron de la consideración de meros artesanos, sino para sus poseedores. No habiendo una clara separación entre las artes industriales y las que hoy consideramos bellas artes, podría decirse lo mismo de maestros de obras, pintores y escultores, que aunque conservemos el nombre de muchos de ellos, no pasaban de ejercer también uno de los oficios viles y mecánicos, ni siquiera equiparables a las profesiones liberales.

Veit Stoss, Cracovia, Polonia

Palacio del Dogo, Venecia

Catedral de Colonia

Catedral de Burgos

Miniatura de Bernardo de Claraval ("B" de una letra capitular en un manuscrito del siglo XIII)

San Francisco de Asís predicando ante Honorio III, fresco de Giotto

Tetramorfos, tabla de Fernando Gallego

Crucifixión, tabla de Duccio di Buoninsegna
Véase también [editar]
Arquitectura gótica
Listado de edificios góticos
Escultura gótica
Pintura gótica
Notas [editar]
Félix de Azúa, Cuando la luz oscureció la tierra, El País 12/10/2008.
Enlaces externos [editar]

edificios románicos




arte románico

Arte románico
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda
«Románico» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Románico (desambiguación).

Iglesia de San Martín de Frómista, en Palencia (España). Considerada uno de los mejores ejemplos del Románico español

Campanario de la catedral de Vic, en Osona (España)

Porta Speciosa del Monasterio de Leyre, en Navarra (España)

Colegiata de San Martín de Elines, en Cantabria (España)

Canecillos de la Iglesia de San Juan Bautista de Villanueva de la Nía, en Cantabria (España)
El Arte románico fue un estilo artístico predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del XIII. El románico supone el arte cristiano, agrupando las diferentes opciones que se habían utilizado en la temprana Edad Media (romana, prerrománica, bizantina, germánica y árabe) y consiguiendo formular un lenguaje específico y coherente aplicado a todas las manifestaciones artísticas. No fue producto de una sola nacionalidad o región, sino que surgió de manera paulatina y casi simultánea en Italia, Francia, Alemania y España. En cada uno de estos países surgió con características propias, aunque con suficiente unidad como para ser considerado el primer estilo internacional, con un ámbito europeo.
Contenido[ocultar]
1 Desarrollo
2 El Románico en Europa
3 Véase también
4 Enlaces externos
//
Desarrollo [editar]
Desde el siglo VIII, una serie de acontecimientos históricos posibilitaron la renovación y expansión de la cultura europea: la subida al trono de Francia de los Capetos, la consolidación y difusión del cristianismo, el inicio de la Reconquista en la Península Ibérica y, fundamentalmente, el nacimiento de las lenguas románicas, son los hitos que marcaron este resurgimiento.
Sin embargo, el arte hasta alrededor del año 1000, cuando una expansión generalizada en los ámbitos económico y cultural propició un importante crecimiento demográfico en las sociedades occidentales, roturándose nuevas tierras y abriéndose antiguas rutas de comercio, que posibilitaran los caminos de peregrinación, tras la sedentarización y cristianización de los húngaros bajo el reinado de San Esteban I de Hungría.
Toda Europa se vio invadida por una auténtica fiebre constructiva; se había conseguido formular un arte capaz de representar a toda la cristiandad: el románico.
El término románico, como concepto que define un estilo artístico, fue utilizado por primera vez en 1820 por Charles de Gerville, considerando con este término todo el arte que se realiza anterior al estilo gótico desde la caída del Imperio romano; y por analogía al término ya conocido de lenguas románicas, el arte románico sucedía al arte antiguo tal y como las lenguas románicas eran las sucesoras del latín.
Posteriormente, la acepción de arte románico se fue restringiendo y pasó a designar el arte desarrollado en Occidente entre los siglos XI y XII, aunque todavía hoy siguen las controversias para determinar con exactitud la amplitud de espacio y tiempo que abarca este estilo.
En la definición de este primer arte europeo, es fundamental la reforma monacal realizada por la orden cluniacense, como resultado de una revisión en profundidad de las comunidades benedictinas. El monasterio de Cluny, fundado en el año 930, se convierte en el gran centro difusor de la reforma, alcanzando rápidamente una gran expansión y consiguiendo que a través de sus monasterios el arte románico se difundiera por todo el mundo cristiano europeo. Antes de que la orden de Cluny capitalizara y extendiera este arte románico, ya se había desarrollado en Italia, en la región de Como, y en España, en Cataluña (Lérida, Gerona y Barcelona) y Aragón (especialmente en la provincia de Huesca), lo que se denomina el primer románico.
Los maestros de Como, con sus aparejos de albañil, su estructura de iglesia de una nave y sus populares bandas lombardas, así como los primeros abovedamientos de las iglesias catalanas, sentaron bases sólidas para un rico desarrollo de la arquitectura románica.
Empleo del arco de medio punto
Piedra escuadrada pero no pulida
Cabeceras de semitambor adornadas con arquillos y bandas rítmicamente dispuestas
Los templos se cubren con bóvedas pétreas de cañón y horno
Las naves son más amplias y elevadas, al menos en comparación con antiguos edificios prerrománicos
Se emplean los pilares como sustentación
No hay figuración escultórica
La época dorada del estilo por su calidad y belleza (románico pleno), se extiende en la última mitad del siglo XI y la primera del XII, procedente de Francia y transmitido fundamentalmente a través del Camino de Santiago.
Escultura en fachadas
Puertas
Ventanas
Canecillos
Durante la segunda mitad del siglo XII y la primera mitad del siglo XIII, a medida que las soluciones arquitectónicas se afianzan y mejoran, surge el tardorrománico. Una de sus expresiones es el llamado arte cisterciense, que se expande con las abadías de la orden del Císter, expresando las concepciones estéticas y espirituales de Bernardo de Claraval (ausencia de ornamentación y reducción a los elementos estructurales).
El Románico en Europa [editar]
En Francia, el Románico alcanzará gran vigor y difusión gracias al Monasterio de Cluny (desaparecido en su mayor parte), centro irradiador del nuevo arte. Sugieron varias escuelas o centros artísticos, cada uno con características particulares y propias. Algunos de los monumentos más destacados son:
La basílica de Saint-Sernin de Toulouse
La iglesia abacial de santa Fe de Conques
La basílica de la Magdalena, en Vézelay
San Trófimo, en Arlés, destacable por su conjunto escultórico
La catedral de Angulema
Notre-Dame-la-Grande, en Poitiers
La Abadía de Saint-Savin-sur-Gartempe, con uno de los conjuntos pictóricos más relevantes del románico francés.
En Alemania, el Románico siguió la estela del arte otoniano, creando conjuntos arquitectónicos de gran monumentalidad, muchos de los cuales aportan soluciones completamente novedosas, como la solución de doble cabecera o Westwerk. Podemos citar entre los más señeros:
Las catedrales de Worms, Maguncia y Espira
La iglesia de santa María del Capitolio en Colonia
La Abadía de Santa Maria Laach (Renania-Palatinado)
En Italia, la herencia clásica y paleocristiana dejó sentir profundamente. Como aportación original, surgió allí el estilo lombardo, un arte prerrománico que se extedería después por otras regiones como Cataluña o Provenza. Los edificios románicos italianos se distinguen por su suntuosidad y decorativismo, a la vez que por su claridad estructural. Algunos de los más destacados son:
La catedral de Parma
La basílica de san Ambrosio de Milán
La basílica de san Zenón de Verona
La basílica de san Miguel de Pavía
Las catedrales de Trento y Módena
La basílica de San Miniato al Monte, en Florencia
Sin duda, el monumento románico más difundido de Italia es la Catedral de Pisa, excepcional conjunto que incluye el Baptisterio, el edificio catedralicio propiamente dicho y el campanario (Torre Inclinanda de Pisa)
En España, el Románico floreció en los territorios cristianos, al amparo de la ruta de peregrinación jacobea. El Románico español es uno de los más ricos y variados de Europa. Son particulares los influjos islámicos, franceses, lombardos y visigodos que se amalgamaron para crear un estilo propio. Muchos y muy importantes son los monumentos que se conservan, destacándose dos focos principales, centrados en Castilla y los territorios de la Corona de Aragón. Sin duda, la obra fundamental del Románico hispano es la Catedral de Santiago de Compostela, modelo de iglesia de peregrinación, con conjuntos escultóricos (Pórtico de la Gloria) de entre los más singulares de Occidente. A lo largo del Camino de Santiago fueron surgiendo algunos de los hitos románicos en suelo español, como la catedral de Jaca, San Martín de Frómista o San Isidoro de León. Desde allí irradiaría el estilo a zonas más alejadas, expandiéndose por todo el norte peninsular.
En la actualidad, algunos de los mejores conjuntos románicos de España se concentran en Castilla y León:
La Real Basílica de San Isidoro de León, considerado uno de los mejores conjuntos románicos de España. Contiene la llamada Capilla Sixtina de este estilo: el Panteón de los Reyes, decorado con un importantísimo ciclo pictórico.
El románico palentino (candidato a ser declarado Patrimonio de la Humanidad), destacando la comarca de Aguilar de Campoo (Palencia), con multitud de iglesias rurales. Más al sur se encuentra la iglesia de san Martín de Frómista, uno de los monumentos más completos del Románico europeo. La provincia de Palencia cuenta con el mayor número de Iglesias románicas de España.
La ciudad de Zamora, con una veintena de monumentos románicos, desde el siglo XI al XIII, incluyendo la Catedral, con su original cimborrio.
La ciudad de Ávila, con decenas de monumentos románicos, destacando la basílica de san Vicente; la Unesco declaró los monumentos románicos de la ciudad Patrimonio de la Humanidad.
El llamado Grupo de los Cimborrios del Duero; lo componen la Catedral de Zamora, la Catedral Vieja de Salamanca, la Colegiata de Toro, y la Catedral Vieja de Plasencia.
La ciudad de Segovia cuenta con un destacable conjunto de iglesias, destacando las características torres y pórticos que singularizan el románico segoviano.
El Románico de la Sierra de la Demanda comprende una serie de monumentos religiosos que se encuentran en la zona de la Sierra de la Demanda, provicias de Burgos y La Rioja (España), entre ellos destaca el monasterio de santo Domingo de Silos con un magnífico claustro.
La ciudad de Soria conserva algunos conjuntos interesantes: el claustro de la concatedral de san Pedro, la iglesia de Santo Domingo, la iglesia de San Juan de Rabanera y, sobre todo, las ruinas del monasterio de san Juan de Duero.
Fuera del ámbito castellano, destacan las
Iglesias románicas del Valle de Bohí situadas en la comarca catalana de la Alta Ribagorza, (Provincia de Lérida) y declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_rom%C3%A1nico"

viernes, 5 de marzo de 2010

el Cid

El Cid Campeador. Rodrigo Díaz de VivarNacionalidad: CastillaVivar 1040 h. - 1099 Caudillo
Nacido en Vivar, era hijo de Diego Laínez, infanzón de Vivar. Se educó junto al infante Sancho de Castilla, quien le dio el cargo de alférez de la milicia real al ser nombrado rey bajo el título de Sancho II, y a las órdenes del cual se enfrentó a Sancho IV de Navarra. En virtud de su cargo, hizo jurar al rey Alfonso VI (1072, Santa Gadea) que no era responsable de la muerte de su hermano, Sancho II, lo que le provocó la enemistad con el monarca. Fue sustituido en su cargo por García Ordóñez, si bien el rey le compensó con un matrimonio con Jimena Díaz en 1074, bisnieta de Alfonso V. Acusado de deslealtad al rey, fue condenado al destierro en 1081 y rota su relación de vasallo de Alfonso VI. Se encaminó entonces con sus vasallos a Zaragoza, donde se puso a las órdenes del gobernante musulmán al-Muqtadir y, posteriormente, de su hijo al-Mu´tamin. Tras la batalla de Zalaca, en el que fueron vencidas las tropas de Alfonso VI, el rey nuevamente le puso a su servicio y encomendó varios dominios en 1086. En esta segunda etapa junto al monarcas castellano emprendió campañas guerreras por el levante peninsular, logrando hacer que los reyes musulmanes de Albarracín y Valencia pagasen tributo a Castilla y conquistando vastos territorios dominados por los almorávides. Nuevamente enfrentado a Alfonso VI, fue despojado de todos sus privilegios y hubo de salir al exilio. En esta ocasión se puso al servicio del rey musulmán de Valencia, logrando derrotar y apresar al conde de Barcelona Berenguer Ramón II en 1090. En el punto álgido del poder almorávide en la Península, logró tomarles Valencia en 1094, ciudad que no recuperarán hasta algún tiempo después de su muerte, en el año 1102. La literatura y la historiografía posteriores se encargaron de utilizar su figura y engrandecer la leyenda, siendo citado en composiciones, poemas (Poema de Almería), cantares de gesta y crónicas (Najerense, Primera Crónica General, etc.). El momento culminante llega con la elaboración a cargo de un autor anónimo del "Cantar del Mío Cid", en el siglo XII o primeros años del XII. Desde entonces se produce su incorporación a la literatura castellana y la entronización del personaje como símbolo de caballero castellano-español, detentador de valores y virtudes de hondo calado político y elemento propagandístico de primer orden en el contexto de una España cristiana necesitada de héroes.